Las Ciencias Sociales en la educación superior pública guatemalteca “entre avatares y virtualidad”

 

Las Ciencias Sociales en la educación superior pública guatemalteca

“entre avatares y virtualidad”

 

Susan Ileana Gómez Guerra

Universidad de San Carlos de Guatemala

suileana@gmail.com

Las Ciencias Sociales, de por sí complejas, amplias, diversas, presentan un sinfín de posibilidades para interpretar la realidad social, política, económica y cultural. Aunque en sus inicios, dichas ciencias surgieron a la sombra de las también fácticas, ciencias naturales, y de hecho su punto de partida fue asemejarse a estas; en su devenir histórico, han intentado y algunas han logrado paulatinamente desprenderse de los parámetros positivistas, organicistas y naturalistas para adentrarse al campo crítico de las propuestas emancipadoras y liberadoras, tomando en consideración otras perspectivas de análisis, nuevas epistemologías y metodologías para explicar la realidad social, ello haciendo alusión al campo de las Ciencias Sociales Latinoamericanas. 

Ante este panorama, también es importante mencionar que las Ciencias Sociales han sido relegadas históricamente por el campo científico ya que se les acusa de ser carentes de objetividad y de no hacer aportes importantes para el avance de la ciencia misma; también han encontrado obstáculos en el campo académico, en el que se prioriza el financiamiento de investigaciones y publicaciones del avance de las Ciencias Naturales y del denominado conocimiento científico-tecnológico; ello ha permeado el ambiente de las casas de estudios superiores, siendo un ejemplo el caso de la educación superior pública en Guatemala.

Por ello, la idea de este escrito es poner sobre la mesa lo complejo y difícil, más no imposible, que resulta la enseñanza de las Ciencias Sociales en la modalidad virtual en un contexto de pandemia y contingencia, sobre todo en unidades académicas que no tienen como fin primordial formar profesionales de las Ciencias Sociales; si de por sí, en lo presencial es complicado la promoción del pensamiento crítico, en la virtualidad, dicha tarea presenta todavía más dificultades para ser desempeñada; con tal propósito, el foco de atención y discusión será la educación superior pública en Guatemala.

 Una exploración rápida del contexto pre pandemia

Las Ciencias Sociales no solamente han sido relegadas en el plano científico sino también en el académico; no es un secreto que las carreras menos concurridas son justamente las carreras sociales por el estigma que las envuelve, en cuanto a que son carreras fáciles en donde reina el sentido común, son mal remuneradas, giran en torno a especulaciones y no aportan aspectos novedosos al conocimiento científico. Este clima de aversión hacia las ciencias sociales está presente en el sistema de educación superior pública en el país.

Desde la propia experiencia docente se puede señalar que, en las unidades académicas cuyo fin no es la formación de profesionales de las Ciencias Sociales, dicho estigma cobra mayor relevancia ya que a los cursos a los que se les asignan menos créditos son justamente a los de Ciencias Sociales, en donde a lo sumo, se imparten de 1 a 2 de estos cursos y de una manera bastante general, tanto así que no permiten mayor profundidad ni amplitud en los contenidos ni análisis de la realidad social nacional. Ello paradójicamente es un impedimento para la formación “integral” del estudiantado, que supuestamente se pretende alcanzar.

Si en la presencialidad el acercamiento a las Ciencias Sociales se torna difícil por la poca apertura que existe hacia ellas debido a la apatía de parte del estudiantado por considerarlas inútiles para su formación “científica”, incluso de las propias autoridades de algunas unidades académicas; en la virtualidad, la enseñanza de las mismas requiere de múltiples esfuerzos para ampliar la variedad de actividades que verdaderamente coadyuven a la formación del pensamiento crítico, puesto que se considera que para ello y para la explicación de algunos temas, incluso el intercambio de ideas a través de debates, es imprescindible el encuentro presencial con la otredad.

Respecto al componente de la virtualidad, es importante referir que la educación superior pública, no tiene el soporte suficiente para mantener plataformas tecnológicas de alta calidad ya que uno de los problemas recurrentes ha sido que, en algunas unidades académicas, las plataformas destinadas al acompañamiento de cursos, no soportan la cantidad de estudiantes matriculados y tienden a caerse constantemente, sumándole a ello que en la presencialidad, tanto profesores como estudiantes, por esos mismos inconvenientes, prefieren evitar el uso de las mismas y continuar sus cursos de manera tradicional.

Cabe resaltar que no todas las unidades académicas hacen uso de esa virtualidad, puesto que se considera innecesario, entrando en juego también otros factores como la falta de familiaridad con dichas plataformas, el acceso a internet tanto de estudiantes como de docentes y la brecha generacional entre ambos. Aunque respecto a este último factor, es menester mencionar que la actitud del docente para adquirir nuevos conocimientos y destrezas tecnológicas depende mucho de su disposición, puesto que sí se ofrecen cursos de capacitación y actualización docente; lo que se ha dejado en el olvido es la capacitación a estudiantes respecto el uso de herramientas tecnológicas con fines educativos.

Planteando un panorama general y no entrando a honduras de otras deficiencias y problemas de la educación pública superior en el país, se puede señalar que en cuanto a la modalidad virtual adoptada para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje, esta presenta varias falencias que salieron a flote justo cuando llegó el momento del primer caso de COVID-19 registrado en el país.

Todos estos aspectos se pretenden reflexionar desde la propia experiencia docente en cuánto cómo ha sido proseguir con la enseñanza de las Ciencias Sociales en tiempos de contingencia.

La salida virtual

Posterior a anunciar el primer caso de COVID-19 en el país, inició la etapa de confinamiento para contener el avance del virus dentro del territorio, dicha etapa afectó todos los ámbitos de la vida del país, no siendo la excepción el funcionamiento de las universidades.

La  medida tomada respecto al sistema educativo fue la suspensión de clases presenciales, pero la continuación de las mismas desde la virtualidad. Dicho cambio implicó un enorme esfuerzo tanto de docentes como de estudiantes, puesto que tuvieron que acoplarse a esta nueva forma de llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Específicamente en el caso de las Ciencias Sociales, mediante las cuales se fomenta el pensamiento crítico y la capacidad analítica, con la virtualidad, este proceso resulta limitado, y no porque no exista variedad de actividades ni Recursos Educativos Abiertos –REA- que puedan acompañarlo; sino porque muchos docentes malentendieron la virtualidad con la carga de tareas al estudiantado y no precisamente tareas de análisis.

También se puede mencionar que suele ser complicado, que el estudiantado proveniente de unidades académicas ajenas a las Ciencias Sociales, preste atención a estas últimas y con la virtualidad, se agregan otros factores que pueden incrementar la apatía, como el impedimento del encuentro con el otro en la visita a lugares que le permitan conocer su realidad nacional desde un enfoque crítico, los debates o foros presenciales en donde la confrontación vis a vis contribuye al fomento de la tolerancia, el análisis de lectura o textos mediante el intercambio personal de ideas.

Aunque si bien es cierto que algunas de estas actividades pueden realizarse de forma virtual, el problema radica en querer que un proceso presencial se acople forzadamente al modo virtual, cuando el cambio de una modalidad a otra implica planificación, compromiso y una construcción distinta en cuando al modelo de aprendizaje-enseñanza, es decir, es todo un proceso paulatino.

De ninguna manera se pretende insinuar que las Ciencias Sociales críticas son imposibles de enseñar en la modalidad virtual, más bien, lo que se busca es apuntar al cuestionamiento de si verdaderamente, en un sistema no preparado para la virtualidad, se logran las metas y los objetivos de fomentar el pensamiento crítico y el análisis; claro está que ello sin aludir a casos específicos de docentes que se esfuerzan para que esto sea posible; pero si se le examina de manera general, quedarán al descubierto muchas falencias en cuanto a la práctica docente en el ámbito de las Ciencias Sociales.

Una experiencia en el anecdotario personal docente

En el caso personal como docente universitaria, se han tratado de implementar diversas actividades en el aula virtual, ello con el propósito de no sobrecargar al estudiantado de tareas y sobre todo de continuar con la enseñanza de las Ciencias Sociales críticas, fomentando espacios de análisis y de descubrimiento del entorno, a pesar del contexto de contingencia.

Una de las actividades que se propuso al estudiantado, ajeno a las Ciencias Sociales, fue la realización de una “Caminata de la Memoria” por los murales que se encuentran plasmados en las pareces de los edificios de la universidad pública del país; ello con el objetivo de acercarse crítica y analíticamente a la construcción de la memoria histórica en torno a los 36 años de Conflicto Armado Interno vividos en el país. Pues en la universidad pública hubo mártires, tanto docentes como estudiantes, que lucharon por la búsqueda de una sociedad en donde imperara la verdadera justicia social.

La actividad fue muy bien recibida por el estudiantado, que aunque ajeno a las Ciencias Sociales, participó de forma muy activa en la misma, externando su opiniones mediante un ejercicio de denotación y connotación de imágenes, escribiendo sus pensamientos y sentir en el chat de la sesión virtual. Las imágenes provocaron tal impresión, que el estudiantado mencionó que, cuando se pueda regresar presencialmente a la universidad, quiere contemplar detenidamente los murales, ahora conociendo el significado de los mismos.

Cabe mencionar que dicha actividad se planificó con un tiempo prudencial de anticipación pues se requirió de la figura de un colaborador, un invitado especial (pintor y muralista), búsqueda de fotografías, preparación de la presentación, selección de la información de cada mural y tiempo para ordenar todo el material a modo que se constituyera en un recorrido virtual, en una caminata virtual de la memoria.

 Reflexiones finales

La enseñanza de las Ciencias Sociales críticas no es imposible aun en medio de la contingencia; sin embargo, suele ser un proceso más complicado, incluso para cualquier área del conocimiento. Pero el punto en contra que tienen las Ciencias Sociales, es que si no se buscan los materiales idóneos y las actividades adecuadas, es complejo pretender el fomento del pensamiento crítico y la capacidad de análisis, sobre todo si se refiere a estudiantes provenientes de unidades académicas fuera de las Ciencias Sociales.

También deben tomarse en cuenta otros factores que se convierten en limitantes para la enseñanza en la modalidad virtual, por ejemplo, pueden mencionarse los siguientes:

·         No hay preparación en la virtualidad para docentes y estudiantes

·      Los estudiantes manejan la tecnología, pero no en el plano educativo (muchos estudiantes exponen que se les dificulta subir sus tareas o trabajos a las plataformas virtuales)

  •          No todos tienen acceso a internet
  •      Condición socioeconómica
  •    Se ha registrado una sobrecarga del trabajo virtual (tanto para docentes como para estudiantes)
  •      Cansancio al pasar horas frente al monitor
  •     Situaciones familiares diversas como consecuencia de la pandemia

 A los puntos anteriores, se desea agregar la validez de la siguiente interrogante ¿es verdaderamente posible proseguir con el proceso de enseñanza-aprendizaje en la red, cuando este se ha implementado de forma precipitada, es decir, cuando es producto de una emergencia? Porque no ha existido un proceso de preparación previo en cuanto a la adopción de la modalidad virtual en la educación; ello también partiendo de la idea de que nada puede sustituir el contacto y encuentro humano.

Para concluir, puede decirse que con el caso expuesto como anécdota docente, se puede mencionar que sí es posible seguir abriendo paso a la enseñanza de las Ciencias Sociales críticas, reflexivas, analíticas aun en medio de la contingencia, claro está, que debe existir consciencia que la calidez del encuentro humano no puede ser sustituido; sin embargo, con esfuerzo y voluntad, algunas situaciones pueden salir a flote, pero esto no niega ni desdibuja los avatares, las dificultades y las falencias de la implementación de una modalidad virtual precipitada.

 

 

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