¿Cómo enseñamos en tiempos de pandemia? Aproximación de la enseñanza: del aula a lo virtual

 

¿Cómo enseñamos en tiempos de pandemia?

Aproximación de la enseñanza: del aula a lo virtual

 

María Josefina Contreras Conde

Docente Titular / Escuela de Historia

Universidad de San Carlos de Guatemala

marijosecconde@gmail.com

 

La educación en Guatemala como en algunos países de América Latina se encuentra polarizada y con desigualdades sociales, que vulneran a una buena parte de la población a la marginación y al poco acceso a la educación. La limitación y la falta de oportunidades para elevar el ingreso económico, combatir la pobreza y reducir las tasas de desnutrición constituyen los problemas más comunes del país. Guatemala cuenta con una asignación menor de un 3% del PIB para la educación, por lo que el sistema constituye una cobertura en lo privado y lo público, por medio de niveles educativos (preprimaria, primaria, básico, diversificado, superior), que enfrentan la deserción y problemas con calidad educativa.

La experiencia mundial sobre la pandemia COVID fue noticia para Guatemala desde diciembre de 2019, a pesar de ello, no se contaba con un plan de contingencia en el ámbito educativo. Al país llegó la crisis sanitaria a mediados del mes de marzo, cuando las autoridades de gobierno anuncian el cierre de establecimientos, escuelas, centros educativos, universidades, y aeropuertos.

La población escuchó y atendió las disposiciones, pasando por la mente algunas preguntas ¿cómo seguiremos trabajando? ¿no hay escuela? Ante tal incertidumbre de lo que pasaba, la mejor acción era repensar nuevos escenarios, replantear nuevas formas de trabajo y atender las medidas necesarias para salvaguardar la salud.

Se enfrentaba el tiempo corto, como se manifiesta en la historia, ese espacio temporal que marca el trasfondo de lo que la historia explicará en un futuro como tiempo largo. El COVID-19 es esa coyuntura actual cuyas repercusiones serán analizadas en un futuro, Guatemala con sus desafíos y obstáculos se encontraba en una crisis educativa cada vez más profunda y ante el panorama debía actuar a gran velocidad.

Al inicio del confinamiento y con un ambiente de incertidumbre y asombro sobre la dimensión de la crisis sanitaria que se vivía, los centros educativos analizaron la manera de seguir los procesos de aprendizaje. Por un lado, los establecimientos públicos esperaban las disposiciones ministeriales, mientras que la iniciativa privada optó por realizar acciones comunicativas y continuar con el proceso de enseñanza. Los primeros días sirvieron para generar nuevas estrategias de aprendizaje, comenzando por la comunicación con los estudiantes y padres, utilizando correo electrónico y enviando guías de trabajo, constituyéndose el primer paso para pasar de lo presencial a la distancia.

La situación era heterogénea y había que enfrentarse a un problema educativo que ya no era solamente la deserción escolar o la falta de desarrollo de habilidades en los estudiantes, en cuanto a la calidad educativa se puede establecer una disminución de aprendizajes, ausencia de recursos tecnológicos para continuar a distancia y sobre todo estrategias e intervenciones efectivas para continuar con el proceso educativo.

Las ideas, perspectivas y enfoques eran diversos ante la crisis, el sistema de salud y otras instituciones no estaban listos para la pandemia. Por ello, los docentes tuvieron que innovar, reinventar nuevas maneras metodológicas de cómo enseñar a la distancia. El primer reto fue el enfrentarse al uso de la tecnología y hacer de esté, un recurso de enseñanza. Luego ir descubriendo poco a poco el uso de herramientas tecnológicas para enseñar, evaluar y aprender.

En contraparte, el estudiante se enfrentaba a una forma de aprender que no había seleccionado “estudiar a distancia”, enfrentándose a la responsabilidad de asumir el aprendizaje de forma autónoma. Un nuevo porvenir para ambos actores.

La segunda fase, consistió en impartir clases virtuales sin ninguna experiencia metodológica, la enseñanza se volvió compleja y a Ciencias Sociales nos presentaba retos, entre esos la búsqueda de recursos como museos virtuales, videos históricos, relatos, documentos, imágenes. Los docentes comenzaron a experimentar con plataformas para videoconferencias, pero un desafío económico que enfrentaron tanto los maestros y los estudiantes, el no contar con computadoras individuales dentro del seno familiar, mientras que otros simplemente no tenían dispositivos electrónicos que les permitieran el quehacer educativo durante la pandemia.

Dentro de este panorama hay que incluir el acceso de servicios de internet o recargas que les permitieran realizar clases sincrónicas. Por lo que, el maestro y los padres de familia buscaron solucionar un problema que enfrentaban. La enseñanza se convertía en un elemento secundario bajo estos desafíos, por lo cual, la tercera fase se centró en la docencia, que con más seguridad comienza a experimentar herramientas para favorecer la enseñanza de la materia.

Enseñar la historia conlleva el desarrollo del pensamiento histórico en los estudiantes, es importante señalar que la pandemia limitó la cantidad de diálogo y discusiones que se podían generar en lo presencial y lograr desarrollar la habilidad de empatía histórica dentro de los alumnos. Por el tiempo en que se conectan para las clases en la virtualidad algunos docentes optaron por solo trasladar contenidos declarativos, dar explicaciones puntuales y no provocar el debate o reflexiones guiadas.

Este problema lo podremos medir y comprobar sin duda en unos meses o años, pero para las Ciencias Sociales el desarrollar la habilidad de empatía histórica, conlleva a que el estudiante forme conciencia, solidaridad y reconocimiento del actuar humano dentro de su evolución; sin embargo, es necesario visualizar el impacto social que generará la poca empatía social.

Son tiempos de reflexión y de construcción de nuevos escenarios y nuevas formas de vernos, valorarnos y reconocernos. En realidad, la pandemia nos abre las posibilidades de actuar y plantear nuevas formas de cómo y qué enseñar en las Ciencias Sociales, buscar el reducir los problemas que desde antes aquejaban al país, la pobreza, la inclusión social y las condiciones para lograr una mejor gobernabilidad y participación democrática, pensar en un país que dé oportunidades y que busque la calidad educativa, esto sin duda debe ser uno de los puntos de agenda de reconstruir nuestra sociedad luego de la pandemia.

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