Retos de la formación docente en el contexto de la pandemia

 

Retos de la formación docente en el contexto de la pandemia

 

Mauricio Alberto Calderón Azofeifa

Costarricense. Egresado de la Maestría en Historia Aplicada, Universidad Nacional de Costa Rica. Profesor de Estudios Sociales y Educación Cívica en el Ministerio de Educación Pública (MEP) y en la Universidad de Costa Rica.

maucldrn@gmail.com

 

Conforme avanzaban los meses de cuarentena y de distanciamiento social a raíz de la pandemia por el SARS-CoV-2, la cotidianidad se modificó paulatinamente hasta llegar a un punto que hace menos de un año era inimaginable. Una de las transformaciones más drásticas se generó en la educación formal: asistir a los centros educativos dejó de ser la norma para millones de estudiantes, los cuales, en el mejor de los casos, continuaron su proceso educativo desde sus hogares.

 Un grupo importante de familias costarricenses no tienen las condiciones para que sus miembros en edades escolares reciban clases virtuales. Así lo indica un artículo del Programa del Estado de la Nación (PEN) de Costa Rica al señalar que en las familias de menores recursos solo un 25% de los hogares tiene una computadora, mientras que el 40% del total de las viviendas del país no tiene acceso a internet (Jiménez, Morales y Segura, 2020). Aunado a esto, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) la pobreza alcanza al 26,2% de la población (Leitón, 2020), lo que demuestra que los procesos de mediación pedagógica se ven limitados en el contexto actual, donde lamentablemente, las familias están viendo comprometidas sus posibilidades de tener las condiciones materiales para desarrollar un proceso de educación a distancia de calidad.

Ante esta situación el Ministerio de Educación Pública (MEP) de Costa Rica estableció estrategias para trabajar con estudiantes que tengan dificultades de conectividad, para lo cual se establecieron las Guías de Trabajo Autónomo (GTA), que pretenden llevar a cabo un proceso de mediación a distancia en el que la persona estudiante pueda continuar en el sistema educativo a pesar de las adversidades tecnológicas y de acceso. Esto supuso un reto para las autoridades ministeriales, sin embargo, los profesores y profesoras tienen un rol central en la continuidad de los procesos educativos, a través de la innovación y el establecimiento de estrategias en contextos complejos.

Los hogares no estaban preparados para las clases virtuales, pero ¿estaban preparadas las personas docentes? Esta pregunta es fundamental e invita a reflexionar acerca de la formación docente frente a situaciones de esta naturaleza, así como a la complejidad de los retos actuales.

El sistema educativo ha enfrentado nuevos retos a partir de esta pandemia, y ha profundizado viejas problemáticas que siguen sin ser resueltas, como por ejemplo la relación entre la formación docente y los problemas de las sociedades actuales, así como la incorporación de competencias necesarias en la actualidad como parte del currículo de las carreras de educación en las universidades.

La respuesta de los docentes frente a lo que se presenta en la actualidad ha sido disímil, donde algunos profesionales de la educación cuentan con las herramientas y competencias para enfrentar estos retos, mientras que otros se han quedado rezagados frente a la realidad que se impone: la virtualidad y el mundo digital. Sin embargo, el tema de la reacción va más allá de la formación en las Tecnologías de las Información y Comunicación (TIC) debido a que el escenario actual demanda no solo esto, sino la capacidad para atender a las personas estudiantes que no cuentan con los recursos tecnológicos. Este grupo debe ser la razón principal de innovar en tiempos de pandemia. 

Si bien las competencias tecnológicas, así como la capacidad de innovar es un factor necesario para toda persona docente, los profesionales de la educación en el área de ciencias sociales tienen un doble compromiso, dada la naturaleza de las asignaturas y competencias que se pretenden desarrollar desde este espacio. Desde los Estudios Sociales, por ejemplo, es fundamental pensar en la discusión bajo un enfoque crítico de las causas de distinta naturaleza que han generado el efecto caótico de la pandemia en gran parte de la sociedad. En cuanto a la Educación Cívica, la reflexión del rol como ciudadanos frente a los nuevos retos, así como la proactividad en cuanto al a búsqueda de soluciones y la participación de los espacios ciudadanos, deben ser una constante en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

En el proceso de formación docente en ciencias sociales convergen tres grupos importantes: universidades, profesionales en ejercicio e instituciones educativas. Cada uno de estos posee una cuota de responsabilidad en cuanto a la calidad de la formación profesional, por lo que es importante valorar el rol que estos actores deben asumir frente a los nuevos derroteros.

Sin duda alguna, las universidades tienen un rol central en la formación docente, puesto que constituyen el punto de partida para los futuros profesionales de la educación en ciencias sociales. Por lo tanto, desde estos centros de estudio se deben evaluar los escenarios actuales, proyectar los futuros, y a partir de esto, ajustar los programas de estudio para incluir en el currículo las competencias que demanda la sociedad: pensamiento sistémico, pensamiento crítico, resolución de problemas, manejo de TIC, entre otras. Es importante que en el proceso de formación profesional los docentes de ciencias sociales estén en contacto con las comunidades y realidades con las que trabajarán, en aras de proyectar posibles estrategias para trabajar mejor con estas poblaciones.

Las universidades deben hacer una constante actualización de los programas de estudio de las carreras del área de educación, debido a que los retos avanzan de forma más rápida que las herramientas que se ofrece a los estudiantes universitarios, lo que genera un desfase que debe ser cubierto por los futuros profesionales, sin embargo, el sentido de criticidad, así como de conciencia de esta obligación con su propio aprendizaje no siempre se fomenta en los profesionales de la educación.

El segundo punto corresponde a la responsabilidad que tienen las personas docentes que se encuentran actualmente en ejercicio de la profesión. La capacitación permanente, así como la actualización de saberes y competencias debe ser una consigna de todo docente, sin embargo, esto debe incentivarse tanto desde la formación profesional y las instituciones educativas, en aras de que las personas docentes sientan el compromiso con investigar y mantenerse actualizadas en cuanto al ejercicio de la profesión.

Esto es fundamental debido a que las universidades brindan una formación base, mas la especialización y actualización docente también es responsabilidad profesional de cada persona docente. El incentivo para esto debe ser el compromiso inherente a la educación de brindar un mejor servicio educativo, lo que debe emanar de cada profesor o profesora, sin embargo, ante la posible falta de estímulos, las instituciones educativas deben propiciar los espacios de capacitación, así como del contacto con otros profesionales para compartir experiencias y estrategias. La necesidad de incorporar y fomentar la iniciativa de buscar nuevas herramientas y estrategias en los docentes se hace más fuerte ante contextos de crisis como el actual.

Con lo anterior entra en juego el rol de las instituciones educativas, indistintamente si son públicas o privadas. Como centros educativos, estos deben velar por que la oferta educativa sea de calidad y porque el servicio que se brinda sea del mayor nivel y acorde a los escenarios actuales. La pandemia ha forzado a los centros educativos a reinventarse, por lo que también estos deben apoyar a los docentes en su proceso de adaptación a estas realidades. Ante esto son fundamentales los seminarios, coloquios y capacitaciones; sin embargo, se debe trascender el esquema tradicional en el que un facilitador brinda una conferencia, para dar pie a un espacio de retroalimentación en el que las distintas partes brinden aportes desde su experiencia. En el escenario actual, este tipo de espacios son más que necesarios, donde los profesionales de la educación en ciencias sociales pueden aportar estrategias no solo para la enseñanza y aprendizaje, sino para la situación que vive cada comunidad.

La formación de los docentes de las ciencias sociales es una responsabilidad compartida: universidades, docentes y centros educativos. Reconocer las cuotas que cada uno posee, y pensar en estrategias concretas que deriven de cada sector permiten dar pie a la mejora continua de la formación docente. Se debe interiorizar el paradigma de la formación permanente, así como la responsabilidad que cada persona docente posee con su comunidad educativa. Bajo este panorama, universidades e instituciones educativas son espacios de apoyo y de esfuerzos en conjunto para que los docentes propicien la mejora de sus competencias como profesionales de la educación.

Más allá de las múltiples adversidades, la pandemia puede suponer una oportunidad de cambio en el ámbito educativo. Se debe repensar la función docente, valorar si actualmente se cuenta con las competencias pertinente, y que a su vez, se implementen estrategias para que los nuevos docentes estén convencidos de la importancia de mantener sus saberes actualizados. Revisión del currículo, formación permanente, así como nuevos espacios de retroalimentación entre docentes, son algunas de las múltiples oportunidades que se pueden aprovechar en el contexto actual.

Es medular que se motive a los distintos actores de las comunidades educativas a asumir un rol activo en la mejora de la formación docente. Se debe destacar que los profesionales de las ciencias sociales poseen una cuota más grande ante este reto, puesto que su área de conocimiento tiene un compromiso inherente con la sociedad y los seres humanos, así como el fomento a la criticidad y la responsabilidad social, más necesarios hoy que nunca. Los estudiantes como centro del proceso educativo deben ser siempre la consigna, y ante un escenario como el actual, se hace más notoria la necesidad de sensibilizar en cuanto a la fortaleza y rigurosidad académica que debe tener la formación docente en sus distintas etapas, para que el servicio educativo sea de la mayor calidad y a la altura de los retos actuales y los que están por venir.

Referencias

 ·         Jiménez, P., Morales, M. y Segura, R. (2020) “Las desigualdades que enfrentan los hogares en cuarentena” Programa Estado de la Nación. Consultado el 15 de octubre de 2020: https://estadonacion.or.cr/las-desigualdades-que-enfrentan-los-hogares-en-cuarentena/

 ·         Leitón, P. (2020) “Pobreza en Costa Rica sube a 26,2%, la más alta en 28 años.“ La Nación. Consultado el 15 de octubre de 2020: https://www.nacion.com/economia/indicadores/pobreza-en-costa-rica-sube-a-262-la-mas-alta-en/3ZVJ6RWKRNB77JPHMPRWSRPXQ4/story/

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